Hoy todos hablamos del amor. De cómo celebraremos el Día de San Valentín. Y muy seguramente el fin de semana estará repleto de fotografías de comida en forma de corazón, parejas completamente felices, flores, regalos etc. Hablar del amor es fácil. Trabajar por él es lo que se complica.
Si usted es una mamá como yo sabe lo que es hacer malabares para poder tener tiempo con la pareja. También sabe que las relaciones con los hijos van cambiando a medida que van creciendo. El amor solo no basta para tener una armoniosa relación con todos los miembros de su familia, incluyendo al perro. No digo perfecta, porque cualquier cosa que parezca perfecta me da pánico. No confío en la perfección, ni creo en ella, ni me interesa. Por otra parte con el cuento de que somos más que cualquier cosa el corazón de la familia, entonces nos desvivimos por el bienestar de todos y nos olvidamos que la relación más importante que hay que mantener es con nosotras mismas.
Sí. Las mamás nos olvidamos de amarnos. Nos juzgamos desde el día 1. Nos miramos al espejo y sufrimos porque nos vemos distintas y no nos gusta lo que vemos. También nos sentimos distintas. Nos aislamos y nos vamos a un mundo lejano. Entonces poco a poco dejamos de amarnos y perdemos esa conexión interior con esa mujer segura y llena de sueños que solíamos ser. Poco a poco nos vamos frustrando más, exigiendo más, e intentando conseguir imposibles. Entre esos tener relaciones perfectas con todo el mundo: el marido, los hijos, las amigas, los papás, los hermanos etc. Nos volvemos competitivas y a veces hasta mezquinas. Y un buen día nos despertamos y entramos en crisis.
Nada de esto es malo, es parte de la vida y del proceso de convertirnos en madres. Nos pasa a todas, incluso en distintas etapas de la maternidad. Lo importante es que de vez en cuando recordemos que si no nos amamos a nosotras mismas, todo alrededor nuestro tenderá a derrumbarse. Por eso éste día de San Valentín, ámese y celebre ese amor por sí misma. Arréglese no porque va a ir a un restaurante con su pareja, sino porque quiere sentirse bien. Cómase ese chocolate sin culpa. Si no le regalan rosas, cómpreselas usted, o cómprese un regalo, el que quiera. Baile porque sí. Célebre su vida y ese amor que se siente por usted misma y por todo lo que ha logrado en la vida. Ame cada cicatriz, cada arruga, cada pedazo de su cuerpo con toda su perfección e imperfección. Tómese una taza de café en el lugar de su casa favorito. Disfrute de las sonrisas de sus hijos en pijama y sepa que para ellos usted lo es TODO. Disfrute del abrazo de esa persona a quien ama, recordando que esa persona LA AMA A USTED también. Siéntase importante. Recuerde siempre que esa mujer en el espejo, aunque se vea distinta, es la persona que usted tiene que amar más en la vida, y le aseguro que ese es el mejor regalo de amor que usted le puede dar a su familia. ¿Están de acuerdo?
Feliz día de Valentín!