Sigamos con el tema de los vampiros. Pero vayámonos al mundo real. No sé, quién quita y de verdad sí existan los vampiros que chupan sangre, de eso no podemos estar seguros. Los que sí existen son esos vampiros que chupan energía y de esos son lo que voy a hablar hoy.
¿No les ha sucedido que a veces hay alguien en sus vidas que con solo oírle la voz uno se siente sin ganas de nada, exhausto, sin energía? A diferencia de esas personas tóxicas de las que hablaba hace unos días, los vampiros de energía no son malos “per se”. Es decir que en gran parte no es su culpa. Estoy absolutamente convencida de que las situaciones de la vida de las personas afectan las conexiones que tenemos unos con otros, y esto se trasmite así, por medio de la energía o por lo menos es lo que yo creo. Y cualquiera puede llegar a robarle la energía a los demás cuando permitimos que la negatividad nos rodee.
Podemos ser vampiros de energía sin ni siquiera notarlo. Todo empieza cuando perdemos una batalla, cuando tropezamos con una piedra en el camino y como lo leí el otro día en un estatus de Facebook, el problema es cuando “nos encariñamos con la piedra”. Entonces en vez de levantarnos, limpiarnos las heridas y seguir andando, nos quedamos ahí en el suelo, esperando que alguien pase pero no precisamente para pedirle ayuda sino para tumbarlo y que nos haga compañía. Y en este caso los polos opuestos, se repelen… pero no es sino que algo de negatividad tengamos y ahí estamos tumbados en el suelo con nuestro pobre compañero herido.
Transmitimos esa energía que tenemos todo el tiempo, con nuestras palabras, con la música que oímos, con nuestros pensamientos, nuestras acciones. Y cuando tenemos un bajón de energía tenemos dos opciones: o enfrentamos la derrota y exteriorizamos la frustración de manera sana y natural, permitiendo que los demás nos ayuden a salir del hoyo, o nos embalsamamos de tristeza y nos convertimos en vampiros que se alimentan de la energía de los demás. Hay derrotados que tarde o temprano logran vencer, y hay derrotados que pierden del todo porque definitivamente no quieren seguir luchando.
Por eso admiro a esas personas que no importa la adversidad sacan las fuerzas de donde no las tienen para seguir adelante. Que a pesar de estar viviendo en una penumbra optan por encender una luz así sea de una vela. Seres que no arrastran a los demás con su zozobra, que se dan tiempo para reponer sus fuerzas, verdaderos guerreros que con cabeza fría logran reorganizar su ejército y seguir la lucha. Son esos guerreros de los que uno tiene que aprender para no convertirse en vampiro jamás.
Dedicado a una de esas guerreras incansables y admirables que va para adelante. Una amiga muy especial que se encuentra reorganizando su ejército, tal como debe ser.