Ser hija, esposa, hermana, de los papás más maravillosos que conozco es un privilegio. Cada uno de ellos me ha enseñado cosas de la paternidad que ninguna mamá puede comprender por sí misma.
Soy conciente de que toda la vida he sido una “hija de papi”, tal como estoy segura lo serán mi hija y mis pequeñas sobrinas. Somos aquellas mujeres que sabemos con certeza que para Papi somos y siempre seremos el amor de su vida. Que si tenemos un problema (que va desde cómo cambiar una llanta hasta me quedé sin dinero) sabemos que en el mundo él es esa persona disponible las 24 horas del día y que está dispuesto a mover cielo y tierra para ayudarnos. Es a quién le consultamos todo antes de tomar una decisión importante, porque desde chiquitas él ha sido más que un super héroe, pero el ser más sabio de todo el planeta. Muchas veces podemos entrar en conflicto porque a pesar de que no siempre estemos de acuerdo, y que hagamos lo contrario a lo que él aconseja, nos duele su desaprobación. Pero es quien a pesar de todo nos complace cualquier capricho. Nuestro primer y único príncipe azul porque es el único hombre que es capaz de dar su vida si es necesario, para que su niña sea feliz.
Muy a mis 36 años sigo siendo La Niña, y a pesar de haber sido algo desplazada por mi hija y mis sobrinas, porque si hay alguien a quien un papá adora más que a una hija es a sus nietas, sigo siendo la dueña del corazón de papá. Y mis hermanos por fin han entendido lo que esto significa ahora que son padres de dos hijas preciosas, pueden comprender que no se trata de una preferencia, pero de un lazo que une a un padre con su hija que es único y hasta incomprensible. Los he visto poco a poco transformarse en padres maravillosos, firmes y guerreros pero además dulcificados por así decirlo gracias a sus hijas. Y esa sensación de verlos como un espejo de lo que ha sido papá no tiene precio. Serán buenos padres no tengo duda, pues han tenido el mejor de los ejemplos.
Por ese ejemplo precisamente cuando decidí convertirme en mamá lo hice segura de que tendría a mi lado a un hombre que más que mi perfecto compañero en crimen, sería un buen papá. Un hombre que lo da todo por sus hijos, cuyo amor por ellos es infinito, quien los apoya, les enseña, los corrige y los consiente. Es además quien les muestra ese lado de la vida que yo no puedo mostrarles, porque me dan miedo los mosquitos, porque odio los números, porque no soy físicamente muy fuerte, porque no quiero meterme a un charco lleno de barro, porque no se nada de experimentos científicos, porque no me gustan los deportes extremos ni las emociones fuertes, porque no se tanto de historia universal ni se construír y arreglar cosas con mis manos. Amo tener un esposo que es mi complemento y a quien le agradezco también sus esfuerzos y sacrificios. Amo estar rodeada de papás ejemplares, amorosos y conscientes de su importante rol! Gracias por existir!
Feliz Día Papás!