“Sí eso es lo que necesito. ¡Vacaciones!” Pienso mientras cuento los días para montarme en el avión que me llevará a la Isla del Encanto. Playa, brisa y mar, qué más se le puede pedir a la vida. Pero no me voy a decir mentiras, muchas veces cuando me he ido de vacaciones a descansar no voy.
Viajar con una niña de dos años requiere de cierta paciencia y preparación mental, sobre todo cuando se está padeciendo de los “terribles dos” a flor de piel. Sumado a que será la pajecita de un matrimonio al cual asistiremos durante el fin de semana y en el que espero se comporte bien. No me juzguen mamás pero le daré dulces para tenerla contenta. Solo será por unas horas y el “sugar rush” se puede controlar de manera temporal, (déjenme creerlo aunque sea, este será tema para otro post).
Lo cierto es que son solo unos pocos días y la mente de mamá no para de planear y de pensar en todo, mientras que mi esposo se relaja tranquilo mirando en Internet los planes para irse de buceo. ¿Por qué no puedo ser como él? Me pregunto. Y ahí me llega una idea como una epifanía.
El problema de las mamás es que creemos que tenemos que tenerlo todo bajo control, porque si no lo hacemos ¿quién más lo hará? Y con esta actitud hemos sido nosotras mismas quienes poco a poco convertimos a los papás en un hijo más al que tenemos hasta que empacarle la maleta. Como CEO y CFO de la familia, porque eso somos a fin de cuentas las mamás, lo que hay que hacer es enfocarnos en la distribución de funciones y en la comunicación interna. Ese es el éxito de cualquier empresa ¿no?
Pues bien. Suena un poco psico-rígido el asunto pero si quiero disfrutar de mis vacaciones pues también son mías, voy a preparar una estrategia. O más bien un manifiesto a las vacaciones como mamá, y si quieren ¡róbenselo, adáptenlo, institúyanlo y difúndanlo!
- Me niego a ser yo y solo yo quien empaca y desempaca. Cómo tampoco me responsabilizo de objetos, prendas y artículos que hayan sido abandonados en el hogar o en el hotel. Lo que se quedó se quedó y no es mi culpa.
- Tomaré un par de mañanas (o inserte aquí al menos a mitad menos uno de los días de su estadía, porque ese día restado tiene que ser imperativamente familiar) para dedicarlos a mi. Léase dormir hasta tarde, tomar el sol, irme de masaje en la playa, es decir hacer lo que me plazca. No me responsabilizo de desayunos o de cualquier actividad que requiera de mis usuales responsabilidades como madre y esposa durante este periodo de tiempo. A menos de que sea una emergencia. Entiéndase por emergencia algo relacionado con la salud de mi hija, cambiar un pañal no es una emergencia.
- Me niego a ser yo y solo yo la responsable de calmar cualquier rabieta de mi hija durante las vacaciones, comenzando por el avión. Cara y sello tampoco vale. Se propone tomar turnos.
- Me niego a tomar todas las decisiones y a planear todas las actividades. (Nota al esposo como ejemplo: como te gusta tanto el Internet y veo que te haz esmerado en conseguir buena información para el buceo, podrías intentar también buscar cosas que podamos hacer juntos allí. Yo te daré mis sugerencias.)
- Queda estrictamente prohibido hablar de temas relacionados con el trabajo, las cuentas que hay que pagar, el problema que tenemos con “x” o “y” persona, o cualquier cosa que genere algún tipo de tensión o estrés. Para eso está el periodo post-vacaciones.
- Tampoco se tomarán decisiones importantes de tipo familiar durante este periodo. Las vacaciones pueden ser consideradas como un estado de demencia temporal en el que muchas veces se subestiman costos y beneficios.
- El consumo de bebidas alcohólicas no será restringido pero las consecuencias son solo responsabilidad de aquel que las consuma. No me encargaré de curar resacas ni servirán de excusa para incumplir con responsabilidades, así que se sugiere que la contraparte no se emborrache el día antes de mis mañanas libres. Para eso tiene la otra mitad de las vacaciones. (Este punto está sujeto a cambio para vacaciones futuras una vez ya no esté embarazada. Las mamás necesitamos licor, ya lo había dicho en alguna otra parte…)
- Nos comprometemos a disfrutar al máximo, reír, y tomar muchas fotos. Gozaremos de cada segundo de nuestras vacaciones porque todos los miembros de la familia, incluyendo el perro, nos las merecemos. Y Lo que pase en las vacaciones se queda en las vacaciones…
¿qué otra idea se les ocurre?