Durante tres semanas usted estuvo en pausa. Afuera de su casa o en ella, pero con familia y amigos, reuniones casi diarias, sin restricciones de alimentos o licor, en medio del caos navideño que a pesar de que nos fastidia en el momento, también nos fascina. Luego llega la primera semana de enero y golpea sin aviso. Usted se despierta del sueño, se le cae la zapatilla, la carroza se convierte en calabaza y alrededor tiene decoraciones navideñas que usted sabe que tiene que quitar, montañas de ropa sin lavar (o lo que es peor, sin doblar), un inbox lleno de emails de trabajo, las cuentas que ignoró pagar porque en diciembre hay otras prioridades, de vuelta a la rutina y horarios con los niños, y con la cereza de aderezo al pastel: las 10 libras de más que saltan a la vista, y esa cintura que la enorgulleció el 14 de diciembre ahora vuelve a ser el tan infame muffin top que tanto le costó quitarse en el 2016 (maldito 2016).
Acto seguido usted saca la lista que hizo el 31 de diciembre en cinco minutos antes de que llegaran las 12 de la noche y en alto estado de alicoramiento, y se da cuenta de que usted no pensó en sus resoluciones con la mano en el corazón. Y como se hizo la promesa de que este año sí iba a seguir a cabalidad esa lista comienza a planear. Es ahí cuando llega el agobio y cuando usted comienza a mandar las resoluciones al carajo.
Pero no se preocupe. Aquí esta la madre fénix de regreso para ayudarle. Yo he estado allí. Corrección: estoy allí. Y le puedo asegurar que este es el punto decisivo, lo que va determinar el resto de su año, porque lo que empieza mal termina mal y usted lo sabe. No hay que agobiarnos ni echarnos a la pena. Si usted hace una pausa y lo analiza, se dará cuenta de que hay mucho más por lo cual ser feliz en enero a pesar de todo el tsunami que se le viene encima, y que si piensa y se enfoca en lo positivo de la época, las cosas serán distintas. Para la muestra estos 8 puntos:
- Como me decía una amiga: “lo importante no es lo que uno come del 15 al 31 de diciembre, sino lo que uno come del 1 al 15 de enero”. Acuda a la filosofía reggaetonera y repítase, “lo que pasó pasó”. Ya sabe que no puede seguir en las mismas si quiere bajar esas 20 libras que puso en las resoluciones. Claro, no las va a bajar en enero, métase eso en la cabeza, pero intente por lo menos no seguir subiendo el número y cuídese desde ya porque de lo contrario la depresión aumentará con los números de la balanza. Y cuidado con los reyes magos que no vienen precisamente cargados de oro, incienso y mirra…
- Piense en enero como el primer capítulo de un libro. Tiene que cautivar, ser fuerte, enfóquese en el protagonista (usted), piense en cuestionamientos qué resolver durante los meses que siguen, ¿qué le faltó al libro anterior? ¿qué no quiere que se repita? La página en blanco es siempre un desafío, pero es también un regalo. No lo desperdicie.
- Diciembre son las caóticas calles de Nueva York. Enero es una playa en el caribe. Así que no corra. Retome sus actividades con la mejor actitud, con calma, le esperan 12 meses. Proceda con cautela sin la influencia del licor y las carreras de diciembre. No se sienta mal si llega el 15 de enero y usted todavía tiene el arbolito armado. Tampoco espere hasta junio, ¿si me hago entender?
- En cuanto a la lista de resoluciones, cámbiela si lo necesita. Hágale pequeñas modificaciones. Está permitido. Es más, tache la que no le parece y agregue la que se le había olvidado. No hay reglas, las resoluciones no son respuestas a un examen que luego de haberse entregado es cuando por fin usted encuentra las respuestas. No importa, nadie le está revisando su lista. Haga con ella lo que quiera en cualquier momento del año.
- Recuerde que sus hijos regresaron al colegio. Usted es mamá, sabe la felicidad que esto significa y a lo que me refiero, no necesito explicar más este punto.
- Piense en los bonitos recuerdos que quedaron de las fiestas navideñas, porque el amor de la familia y amigos en esas épocas es lo que le da a uno esa energía positiva para comenzar un nuevo año. Es cierto, se siente la soledad, se añora el caos y la algarabía, y hasta se extrañan los regaños de los papás. Pero ahí en medio de la soledad, usted sabe que tiene gente alrededor que lo ama y a quien amar y a quienes muy seguramente verá pronto.
- Piense en los regalos que recibió ¡y estrénelos! Piense también el todo lo que dio y que hizo feliz a sus seres queridos. Por cierto, ahora que sus hijos recibieron más juguetes, es momento de reemplazar esos que usted más odia. Aproveche que están en el colegio y haga lo que tiene que hacer. Sin remordimientos.
- Como un batallón en guerra, re organice su ejército y planee mejores estrategias para enfrentar el nuevo año. Para conquistar sus sueños, grandes o pequeños, usted tiene que luchar. Así que desde enero, agarre este nuevo año por los cuernos (no por donde el presidente electo quiere agarrar a sus mujeres) y agarre valor, ya sea para volver al gimnasio, volver al trabajo, o simplemente volver a la rutina. Si hay un mes con ímpetu es este. Aproveche “la fuerza” de enero, como si fuera un jedi.
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