Con motivo de el anuncio de Kate y William, (como si fueran mis más íntimos amigos), y ante el inminente cumpleaños de mi Segundo hijo quise escribir este post, tal vez como ejercicio catártico.
Después de que uno cree tener un panorama claro, que cree dominar a la perfección los horarios, su vida en pareja, la combinación de ser-mamá, casa y vida laboral, llega el segundo hijo con un letrero que dice: No tan rápido mamá.
Es como volver a empezar de cero. Claro, con algo más de experiencia y sin esa sensación de ansiedad y estado de pánico que trae el primer embarazo. Lo cierto es que las amigas que ya tienen dos o más tienen el deber de advertirle a las demás que lo que está por venir es una revolución nunca antes vista en donde la vida volverá a dar un giro impresionante. Digno de pánico. Así que como buena amiga que soy, están advertidas…
Sin embargo, hay que reconocer que con un segundo hijo ya hay cosas que no nos preocupan a las mamás, como los gérmenes en el chupo, la constante esterilización de teteros o los golpecitos y resbalones que se dan al principio. Ya no corre uno a llamar a la enfermera cada vez que le da una gripe, y tiene a la mano lo que sabe que necesitará. Es como llegar algo más preparada al examen. El problema más grande es que el segundo hijo siempre será diferente al primero. Entonces lo que usted creía saber se esfuma así de la noche a la mañana y le toca volver a estudiar. Es como volver a estudiar la misma carrera pero en diferente universidad.
En mi caso la diferencia no fue solo de género, también de personalidad. Eva y Erik son completamente distintos. Aunque lo del género también influye. Las mamás que tenemos hijas sabemos que queremos hacer de ellas mujeres independientes y todo lo hacemos de manera que ella aprenda y quiera hacer cosas sola. Además, ellas nacen como programadas para ciertas cosas, siendo la manipulación al padre la principal, y segundo, el dominio a la perfección del arte dramático. Usted lo sabe porque es igualita y no lo niegue. Por el contrario los hombres desde que nacen se les nota el chip de la dependencia a la mamá y ahí es cuando usted comienza a entender a cada uno de los hombres con los que tuvo alguna relación en su vida. Ahí es cuando usted se da cuenta de que algún día, cuando su hijo se case, es a usted a la que le van a echar la culpa de todo. Desde el por qué su hijo deja la ropa tirada hasta por qué cuando se enferma no es capaz de mover un dedo. Porque para las mamás de los varoncitos ellos son como nuestros novios chiquitos desde que nacen. Y sabemos que en el futuro será otra la que tendrá que pagar las consecuencias de tanto consentimiento.
Lo mejor y lo peor al mismo tiempo de ser el segundo hijo es el convertirse en un eterno heredero y al pobre además le toca hacerse fuerte a la brava, todo gracias al que vino antes. Los que tenemos hermanos mayores lo sabemos. El segundo hijo tiene que repetir ropa, juguetes y otros artículos sin importar que sean rosados, azules o como vengan. Al segundo no se le hacen las mil y una sesiones fotográficas que hace uno con el primero, no porque uno no quiera sino porque o no hay tiempo o no hay dinero. Fuera de eso, tiene que soportar el acoso permanente de su hermano o hermana mayor que practica con él cualquier cantidad de juegos y experimentos, muchas veces dolorosos. Ahora, entendamos lo más importante. Verlos crecer juntos, sonreírse el uno al otro, agarrarse de la mano, es la sensación más maravillosa que una madre puede experimentar, incluso por encima del momento en que usted se convirtió en madre por primera vez.
Si lo está pensando no lo piense mucho. Entre más lo analice, menos son las probabilidades de lanzarse al abismo. Le advierto que su relación de pareja puede llegar a tambalear y la dinámica se vuelve algo caótica. Pero como todo en la vida, las cosas vuelven a estabilizarse y usted podrá estar tranquila. Nada que un viaje a Disney en pleno verano no pueda solucionar. Es una situación de la que o usted sale con los papeles de divorcio en la mano o en donde se dan cuenta de que son un gran equipo y que juntos están preparados para cualquiera que sea la batalla. Pero eso será tema de otro post.
No me queda más que felicitar a los futuros padres de “El Segundo Bebé Real¨ y de cualquiera que esté en este proceso. Relájense, y disfruten. La experiencia es difícil pero es maravillosa.
Cuénteme sus historias. ¿Qué tan diferentes son sus segundos hijos? ¿cómo les cambió la vida? ¿Tendrían un tercero?