De vez en cuando miro lo que tengo en mi biblioteca tanto virtual como física, a ver con qué me topo por allí pues a veces me gusta re-leer libros, cuando no encuentro nada nuevo que me entusiasme. Para mi sorpresa descubrí que desde que me convertí en madre mi lectura ha estado enfocada principalmente en el género de la crianza y los hijos y mi lista de libros parece un culto al entrenamiento de la mamá perfecta que nunca lograré ser, gracias a Dios. ¿A qué hora me he leído todo esto? ¿Lo he aplicado todo en realidad? ¿Qué tanto me han ayudado estas lecturas?
Las mamás de esta nueva generación tal parece que estuviéramos buscando en todos estos libros la fórmula mágica que nos pueda brindar el balance, el llamado “tenerlo todo”. Desde el embarazo nos llenamos de guías que nos dan información específica mes a mes, qué hacer en caso de, cómo cuidar un bebé, métodos de lactancia, etc… la lista es larga. Créanme futuras mamás que en el momento en que el bebé está llorando desesperadamente, o cuando toca darle un baño por primera vez, y la única compañía que se tiene durante el día es el televisor o un perro que se convierte en su “Richard Parker”, lo último que uno mira es el bendito libro. Más actúa el instinto que ese si que lo tenemos activado todo el tiempo. Después con el crecimiento la cosa se concentra en la edad: el primer año, los “terrible twos”, terribles tres, cuatro, cinco y sigan contando porque entre mayores se vuelven los niños mayores son los problemas. Y así terminamos con una colección de libros físicos, ebooks, audiobooks, y todo los que termina en books. Qué hacer si el niño no come, qué hacer si no duerme, qué hacer si no habla, qué hacer si habla mucho, qué hacer con las pataletas, qué hacer con las pesadillas y ojo, para cada tema hay diferentes puntos de vista de psicólogos, pediatras, mamás desesperadas, mamás que lo lograron y se contradicen unos a otros. En fin. El menú es variado.
No estoy diciendo que leer sobre esto sea malo. No me malinterpreten. Cualquier cosa que le ofrezca a uno conocimientos y brinde aunque sea un poco de seguridad (o en el peor de los casos un mínimo de esperanza) es positivo. Y de hecho a veces en medio del instinto bloqueado por la desesperación (sí, hablo de esos momentos en que la madre se hace una imagen mental de salir corriendo y no volver, o tirarse por la ventana) uno se acuerda de la teoría “x” que leyó en el libro “y” a veces funciona. Lo reconozco. Pero estamos tan bombardeadas de información que a veces es agobiante. A esto sumémosle los emails que mandan los portales a los que nos suscribimos, las revistas especializadas y los consejos de los demás. Pero no se me desesperen. Hay maneras para que toda esta información no se vuelva un dolor de cabeza sino algo interesante y en realidad se pueda disfrutar.
– Si tiene algún problema y quiere leer algo busque recomendaciones en aquellas personas en quienes usted más confía o mejor dicho, con las que se desahoga. Es decir su grupo de amigas mamás y si no tiene uno ¡búsquelo! Le aseguro que ellas no solo le darán consejos y recomendaciones de qué leer o qué hacer. También puede compartir con ellas las amarguras y triunfos del día a día y ese tipo de apoyo no se encuentra en ningún libro.
– No se olvide de esos géneros literarios que la apasionaban antes de ser mamá. Agréguele a su biblioteca novedades literarias, así sea un libro llamado 50 Sombras de lo que sea. Y busque tiempo, aunque sea 15 minutos al día para leer un ratico. No se queje que sí tiene tiempo, si lo tiene Heidi Klum usted no me venga con el cuento de que no. Y si no lo tiene ¡búsquelo!
– A su suscripción de revistas de crianza agréguele una de moda, fitness, estilo de vida, lo que sea que no tenga que ver con pañales y pediatras.
– Si lo que le preocupa es algo físico o de salud, siempre, SIEMPRE consulte con su pediatra antes que cualquier cosa.
– Si alguna teoría le funciona ¡recomiéndela! O si descubre algo, compártalo con el mundo. Alguna madre desesperada se lo agradecerá.
Mamás, ¿qué opinan?