Si algo me dejó como enseñanza este año al que solo le quedan pocos días de vida es que el que el propósito que todos tenemos en este mundo es luchar por nuestros sueños. Fue este año cuando comencé a descubrir la razón por la cual todo tiene un tiempo, y que no se trata de buscar la felicidad, sino de entender que la vida está compuesta por lo dulce y lo amargo, y que como seres humanos necesitamos de las dos cosas para vivir.
A veces la vida nos lleva por caminos que no podemos entender, nos presenta obstáculos que hacen más difícil la travesía, y justo cuando pensamos que luchar por algo no tiene sentido, la misma vida nos revela una sorpresa, una motivación. Así seguimos adelante, nos llenamos de esperanza y de brío. Hay que disfrutar de las alegrías con todas las fuerzas que tenemos, y aprender de las tristezas y derrotas con todo nuestro intelecto e instinto.
Todos tenemos sueños y capacidades únicas. Eso es lo que nos diferencia a unos de otros y lo que nos impulsa a perseguir determinados objetivos. Este año comprobé que cuando luchamos por nuestros sueños y logramos hacerlos realidad, lo que significa es que éstos son el comienzo de otros objetivos por cumplir. Nuevos sueños, nuevos caminos, nuevas enseñanzas. Aprendí que un sueño no alcanzado solo es un objetivo incompleto, y su búsqueda nos revela algo más grande y más digno de alcanzar.
El problema es que en medio de esa lucha a veces perdemos la capacidad de apreciar las pequeñas cosas. Pero están allí, siempre a nuestro alcance. Las sonrisas de los hijos, el beso de esa persona que amamos, la voz de un ser querido que tenemos lejos, el abrazo de un amigo… Son las joyas de ese tesoro llamado vida, que nos recuerda que siempre lo hemos tenido todo al fin y al cabo. ¿Entonces por qué entramos en conflicto? Cuando aceptamos que la vida no debe definirse por buscar esa felicidad eterna y dejamos de batallar con el deseo de satisfacer esa búsqueda irracional, también dejamos de buscar la perfección porque entendemos que no existe. Siempre seremos ambas cosas, vulnerables pero resilientes, hechos de lágrimas y sonrisas, ganamos y perdemos batallas, tenemos goles a favor y en contra. Pero en nuestras manos está el ir por la vida compitiendo con los demás y solo alcanzar una vida llena de frustración, o competir solo con nosotros mismos progresando cada día y alcanzando nuestros sueños.
Y como siempre cuando el año termina ajustamos el balance, pensamos en lo bueno y lo malo que nos trajo. Sin embargo, no volveré a pensar en términos de buenos o malos años y por eso los dejo con este mensaje: Espero que este año haya sido lleno de enseñanzas y que con ellas todos ustedes puedan avanzar a otro nuevo ciclo, que seguramente traerá alegrías y tristezas, pero deseando que sea un año de mejores pruebas y frutos, y que en un año todos podamos decir que somos mejores personas con más sueños cumplidos y muchos más por venir. Feliz Navidad y Próspero 2018!!!