El solo hecho de terminar el año con la posibilidad de que el mundo se acabe me permite decir que el 2012 no fue un año fácil. Fue antes que nada un año de cosas inconclusas y pequeños contratiempos. Y he llegado a diciembre, después de esta maratón de año, veo la meta a lo lejos y estoy agotada. No quiero correr más, me tiemblan las piernas y me duele todo el cuerpo. He corrido con todas las energías que pude y creo que tengo un buen tiempo récord para llegar a la meta, considerando que me caí varias veces en el trayecto. Pero me lo prometí al inicio, las carreras se corren para terminarlas con dignidad. Por eso no puedo parar ahora que falta tan poco para llegar. Ya habrá tiempo para recuperarme y tomar un poco de agua. Veo la gente a los lados que me hace barra, mi familia que me impulsa a seguir corriendo, los amigos que me han apoyado siempre están ahí con sus pancartas y al final veo esos sueños que tengo, por los cuales corro la maratón de mi vida. Es cierto. La carrera no se termina porque se termine un año. Tampoco terminaré de correr porque se terminó una carrera. Siempre habrá otra y así, sucesivamente.
Mi hermano, quien de verdad corre en carreras de triatlón, ha sido el ejemplo que he tomado para esta analogía. Un atleta jamás se rinde. Se prepara con antelación, pule los implementos que utilizará, sigue una dieta específica, entrena todos los días. Al comienzo de la carrera, se concentra y medita. Arrancando siente esa sensación de felicidad porque está a punto de completar algo por lo que ha venido trabajando duro. Pero a veces ni siquiera puede terminar una carrera porque otro ciclista lo atropelló, o porque se tropezó con alguien, con algo, se lesionó y no pudo seguir. Pero luego se inscribe a otra, tal vez una que represente un mayor desafío. A veces le va mejor, a veces le va peor. Pero un atleta jamás se rinde, porque desde que descubrió que podía competir, no con otros sino contra sí mismo, nació en él la inspiración para ser mejor y descubrió el impulso que no solo le permite correr, sino que deja su espíritu volar.
Así quiero ver la vida de ahora en adelante. Cada reto es como una carrera. Sí, a veces solo podemos correr una de 5 kilómetros, otras tendremos la energía de hacer un Ironman. Lo importante es no perder de vista eso que queremos alcanzar, hasta dónde queremos llegar, y sobre todo, correr por llegar a cumplir nuestros sueños. De nada sirve una carrera si ésta representa una tortura. Hay que correr con placer, sentir la maravilla del roce del viento en la piel, el sonido de cada paso, la adrenalina de la felicidad de estar haciendo lo que uno quiere, porque quiere y cuando quiere. Sin obligaciones, sin importar quién te juzgue, a quién le guste lo que haces o a quien no. Siempre tendremos detractores, esas personas conflictivas que nos quieren abuchear y dañarnos la carrera. O a veces tropezamos con las personas de manera accidental y así y todo nos toca seguir. Pero nunca hay que rendirse ni perder la perspectiva.
A todos les deseo que sigan adelante cualquiera que sea su reto actual. Que este fin de año les permita recuperar energías ya sea para terminar una carrera o comenzar una nueva. Y que el año que viene, si los mayas lo permiten, sea una verdadera alegría y puedan correr la carrera de sus vidas. En lo personal me despido de este 2012 con dos grandes proyectos en puerta. Pensé que los podía terminar antes pero a veces las cosas no son cuando uno quiere sino cuando es el momento indicado. Seguiré con este blog, ahora con algunos posts en inglés. Y ya veremos si empezando el año que viene ya podré decir que soy una escritora de fantasía ficción. Esperen mi libro en Amazon que ya está en proceso de diseño. Ya está casi listo.
Como todos los años no puedo dejar de escribir este mensaje sin mis agradecimientos. Las carreras que corro las hago gracias a que cuento con la mejor barra posible: mi familia, que es mi motor y mi impulso y a quienes les dedico todos mis triunfos. Sobre todo a esa pequeñita de ojos azules que se llama Eva, mi hija, quien me ha permitido estar en la carrera que más me ha deleitado hasta el momento, una carrera interminable, hermosa y gratificante esta de ser mamá. Gracias a todos los que me han leído, a mis amigos, a mis familiares regados por el mundo, gracias por darme apoyo y no olvidarme. Y a Dios gracias porque sin él nada es posible.
Feliz Navidad y Próspero 2013! Igual nos seguimos viendo por acá porque no dejaré de escribir. Eso jamás!