Hablemos de historias de Halloween. Pero no, no de la patasola, de la llorona ni del coco. Sino de esas anéctodas que nos pasan en las fiestas de disfraces tradicionales de Halloween, que por cierto hay miles este fin de semana. La mía es bastante vergonzosa, pero ya hoy por hoy me río.
Cuando comencé a trabajar en aquel periódico de cuyo nombre no quiero acordarme, y prácticamente recién llegada al país, mi labor era cubrir noticias locales. Mi jefa, que hoy en día es una de mis grandes amigas, me mandó a cubrir el cumpleaños de un político de la ciudad, preciso en Halloween. La tarjeta que se le envió a los medios y a los invitados era muy “Halloweenesca”, con el principal personaje disfrazado de vampiro. Asumo que en alguna parte decía “black tie”, pero tanto mi jefa como yo no lo vimos y asumimos que era una fiesta de disfraces. Por eso no vi nada de malo irme disfrazada de una vez. Mi plan era entrar, tomar un par de fotos, hacer un par de preguntas y salir de ahí, directo a mi rumba de Halloween. Claro por aquella época estaba en mis veintitrés, con 15 libras menos y sin celulitis ni estrías. Entonces por supuesto acudí a uno de esos disfraces de mini falda, botas de cuero y corsé, un disfraz de Xena, la princesa guerrera. Pero cual sería mi sorpresa cuando entré y todo el mundo vestía de negro y absolutamente elegante. Fue el oso de mi vida. Pero estando allí ¿qué más podía hacer? Con mis colegas muertos de risa en una esquina y las señoras elegantes mirándome asombradas, yo me hice a la idea de que si no llegaba con el material el lunes mi puesto estaba en riesgo. Así que intenté ocultarme pero aproveché cuando apagaron las luces y comenzó la fiesta. Hice lo que fui a hacer. Entré y salí con la cabeza en alto, pero nunca jamás había pasado una vergüenza semejante.
A mi en lo personal me encanta el Halloween y las fiestas de disfraces. No me las pierdo. Con mis amigos ya tenemos una tradición en la que cada año la fiesta de disfraces es casi casi obligatoria! Por eso tenemos miles de historias porque no hay nada mejor que tener la capacidad de reírse de uno mismo. Cuéntenme sus historias, se que debe haber por ahí mas de uno con cosas divertidas que contar. Y recuerden que este fin de semana todo debe ser sana diversión. Asegúrese de ponerse el disfraz adecuado Y SI VA A TOMAR NO MANEJE!!!