Para todos los que se mofan del cuento del fin del mundo o los que lo creen en realidad, déjenme decirles que los Mayas se equivocaron de todas formas. El fin del mundo no será el 21 de diciembre. El fin del mundo ya pasó y sucedió hace un par de días cuando un desequilibrado mental decidió entrar a una escuela y matar a 20 niños inocentes. Por lo menos para mi, el mundo tal como lo concebía se acabó en ese momento. El mundo en el que me levanté al otro día es un lugar muy distinto, lleno de rabia, dolor y miedo. Un lugar que ya no es seguro en ninguna parte. Un lugar al que le arrancaron el alma con tanta tragedia y muerte. Como muchos, este fin de semana he experimentado todo tipo de emociones. Y ya hoy con algo más de sensatez, me atrevo a escribir sobre esto, no con el ánimo de desahogarme, sino con el propósito de pedir ayuda.
Creo que hay momentos en la historia que invitan a que las personas se unan por una causa común. Y me parece que este es uno de esos momentos. No basta con sentirnos indignados y tristes, o con expresar lo que sentimos en las redes sociales, si al final del día nos vamos a quedar sentados esperando a que otra tragedia ocurra. Estoy cansada de ver comentarios de gente que apoya o no apoya el tema de las armas. Es un hecho que esto tiene que cambiar, pero hay que entender que el problema va más allá del uso y obtención de las armas. Ayer por ejemplo escuché a alguien decir que la televisión es maligna. Yo lo que pienso es que el ser humano en cada era, ha tenido y tendrá a su disposición un sin fin de cosas que él mismo hace malignas o no. Somos nosotros los que nos hemos encargado de destruir la sociedad en que vivimos y de volver malignas las cosas que tenemos a nuestra disposición ya sea para entretenernos o para “defendernos” o simplemente para vivir, y no me estoy refiriendo solo a las armas. Somos nosotros mismos los que nos hemos encargado de olvidar los valores, de descuidar a la familia poniendo otras cosas como prioridades, de maleducar a nuestros hijos construyendo una sociedad de consumo absurdo, individualismo y egocentrismo. Una sociedad extremadamente violenta, en la que los medios convierten un asesino en una celebridad, donde nuestros niños juegan a la guerra, donde no existe la unión familiar, el respeto por los adultos, donde hay padres que se preocupan más por ser amigos de sus hijos que de educarlos y en donde todo el mundo se las da de tolerante pero por dentro nadie hace más sino despotricar de los unos y los otros. Estados Unidos por ejemplo, es un país en donde todos exigen tolerancia y respeto, pero a la larga nadie ni tolera ni respeta, porque nos hemos encargado de alimentar la idea de que el que no piensa, actúa o es como nosotros nos está ofendiendo. Es por eso que los grupos minoritarios tenemos muchos problemas en este país, porque esa mentalidad nos lleva a concentrarnos en la posición de víctimas y no nos permite avanzar. Si vivimos en un mundo en donde no toleramos las opiniones de otros, ¿qué nos queda? Y es que tolerar no significa coincidir. Se pueden acabar las armas pero no la violencia. Y seamos realistas. Para que el gobierno decida hacer cambios radicales en el tema falta mucho. ¿Y mientras tanto qué? Entonces, ¿qué hacemos? ¿cuál es el paso a seguir? ¿cómo podemos evitar que otra tragedia así o peor se repita?
En mi humilde opinión, estos 20 niños que murieron de esta manera tan cruel tienen que convertirse en un símbolo para que nosotros como sociedad cambiemos de una vez por todas este mundo en que vivimos. No esperemos a que nuestros líderes tomen las decisiones. Ellos no son los jefes, nosotros los elegimos, ellos trabajan para nosotros pero si no les exigimos, si no nos levantamos de la silla, si no salimos a las calles a exigir cambios nadie los va a hacer. Como sociedad hagamos que las vidas de esos 20 niños y las otras personas asesinadas, y de todos aquellos que han muerto por causa de la violencia en cualquier parte del mundo, no solo sean recordadas sino que se conviertan en nuestro motor de cambio, en esa señal divina que todos buscamos para actuar.
Lo que he leído una y otra vez en artículos y comentarios de toda índole es “necesitamos hacer algo”, sobre las armas, sobre las enfermedades mentales, sobre la sociedad. Entonces HAGAMOS ALGO. Sé que soy una simple madre de familia que nadie conoce, pero esta situación le puede pasar a cualquiera y como madre y miembro de la sociedad tengo que intentarlo. He creado el grupo I Want a Change, Yo Quiero un Cambio, que pueden seguir en Facebook I Want a Change, Yo Quiero un Cambio y en Twitter @Change_Cambio. Mi objetivo es el siguiente y para eso necesito que ME AYUDEN. La idea de este grupo no es decir en qué estamos a favor y en qué estamos en contra. Para eso hay otros espacios. Lo que busco aquí es crear un espacio para compartir información y crear conciencia de ciertos temas que hemos olvidado, lo que contribuye a hacer de esta una sociedad violenta. Es un espacio de ZONA DE TOLERANCIA en donde padres, maestros, o el que quiera unirse, manifieste sus ideas de cómo podemos cambiar esta sociedad violenta, más allá de las armas; qué podemos hacer en los hogares, en las escuelas, en otras organizaciones. Se trata también de generar conversaciones sobre temas que involucren el fomento de valores, ideas pacíficas, tolerancia y respeto. Compartir información, blogs, estudios, cosas útiles sobre enfermedades mentales, educación, cuidado de los hijos, relaciones familiares, etc. Y promover ideas que no critiquen posiciones sino que ofrezcan soluciones y consejos. Estoy convencida de que si seguimos atacándonos los unos a los otros no vamos a llegar a ninguna parte. Mi objetivo es crear conciencia de que nuestra sociedad tiene que cambiar. Es un llamado a la real tolerancia, a abandonar el culto a la violencia, y promover cambios en nuestra sociedad desde sus núcleos. AYÚDENME A DECIR YO QUIERO UN CAMBIO únanse a mi causa y déjenme saber sus ideas y cómo difundirlas. Que se acabe el mundo otra vez, sí. Ese mundo lleno de dolor, violencia y miedo en que nos despertamos el 15 de diciembre. Y que comience uno nuevo, uno en el que de verdad podamos vivir tranquilos. Un mundo en el que ir a la escuela no produzca temor. Por favor, ayúdenme a intentarlo.
Situacion como las sucedidas en Connecticut, definitivamente hacen que se arruge el corazon y se pierda la fe en el hombre y la sociedad. Pero, eso es algo que no debemos permitir. Por eso, tambien QUIERO UN CAMBIO, para ofecerle a mis hijos, un mundo mejor. Donde la tolerancia y el respeto sean las banderas que identifiquen un mundo nuevo. Comencemos desde la casa a sembrar la semilla del respeto y estoy segura que veremos germinar personas de bien!