Cuando nos convertimos en madres, también nos convertimos en expertas. Para que me entiendan mejor, las mamás nos convertimos en una especie de entrenadoras. Como esas personas que creen que saben todo de fútbol (me incluyo) y cuando ven los partidos creen que podrían hacer un mejor trabajo que el mismísimo Franz Beckenbauer. Entonces ya siendo mamás, nos sentimos con la total autoridad de aconsejar, muchas veces sin que la otra mamá lo pida. Incluso, muchas de estas mamás entrenadoras se ganan la vida dando consejos y hasta se vuelven famosas bajo el título de “baby concierges”, término ridículo y más ridículo que alguien pague fortunas por este servicio cuando uno tiene a la mano decenas de mamás amigas que dan mejores consejos. Pero bueno. Bien por ellas. Lo cierto es que también entre mamás nos entendemos mejor y por lo tanto cuando una amiga nos pide un consejo deberíamos ser completamente honestas. Les advierto que este post va a tocar temas escabrosos, así que si usted es de esas mamás que se escandalizan cuando alguien habla de lo malo y lo feo de la maternidad, que considera que hablar de la maternidad sin tapujos es un sacrilegio, deténgase ahora y lea otra cosa porque el día se le va a dañar. Tengan en cuenta que estoy en mi semana 29 de embarazo y no tuve una buena noche… pregzilla anda suelta. Estos son a mi juicio las verdades y consejos que las mamás deberíamos decirnos unas a otras, ¡de manera gratuita!
1. No se desespere. La cosa se pone peor. Nos pasa a todas. Esos momentos de desesperación cuando queremos gritar ¡renuncio! Pero oh sorpresa, las mamás no podemos renunciar ni tenemos derecho a días de enfermedad. Entonces acudimos a mamás algo más expertas que tratan sobre todas las cosas de mantenernos en calma, nos dan sus mejores tips. Sin embargo, y aunque la crisis pase, porque (y esto recuérdelo bien) toda crisis es temporal, estas mamás lo saben muy bien: entre más grandes los hijos, mayores son los problemas. Así que cuando tenga una de estas crisis maternales piense en el futuro que todavía no está enfrentando y siéntase más tranquila. A la larga todo pasa…. Y utilice su sabiduría así sea corta y compártala, siempre habrá una mamá con menos experiencia que usted y que necesitará de sus consejos.
2. La vida sí cambia. Claro. El ser mamá no implica que usted deje de ser usted. O que cambie sus gustos y sus actividades por completo. Pero su vida tal como la concebía deja de existir para bien y/o para mal, depende de cómo usted lo tome. Confieso que a veces envidio esas mamas o amigas sin hijos que salen de rumba todos los fines de semana y ponen sus fotos en Facebook cada domingo. Pero al mismo tiempo me pregunto si yo tendría esa energía para seguir trasnochando como en mis días pre-maternidad y al día siguiente hacerme cargo de mi hija de dos años desde las 7 de la mañana hora en que se despierta religiosamente, como si nada hubiese pasado. Tal vez en algunos años cuando mis hijos estén algo más grandes y duerman hasta más tarde, o aunque sea puedan prepararse su desayuno solos, la cosa mejore y mi energía vuelva a permitirme disfrutar de estas actividades nocturnas sin muchas consecuencias. Por ahora, mis horas de sueño valen oro, y si usted tiene hijos pequeños debería considerarlo. Hay tiempo para todo, y las escapaditas de vez en cuando se logran. Pero por ahora, olvídese de tanta parranda y descanse cuando pueda. Por su salud física y mental.
3. No se puede tenerlo todo. Y la prueba más grande de ello es que si esto fuera posible, no nos la pasaríamos discutiendo del tema. Haga un experimento. Agarre cualquier revista femenina, o de maternidad, y le apuesto que por ahí debe haber un artículo relacionado con “cómo mantener el balance entre la vida laboral y la familia”. Si alguien hubiese encontrado la fórmula perfecta este tema no daría para ningún debate. Sencillamente porque tenerlo todo es algo muy personal. Lo que es “todo” para mi no lo es “todo” para otra mamá. Así que primero defina que es su “todo” y luego dedíquese a encontrar la manera de conseguirlo. Una buena pista es cuando sus decisiones la hacen feliz. Pero cuando algo la incomoda entonces su “todo” se ve afectado y a lo mejor tiene que cambiar algo en sus planes. Entonces en vez de pensar en tenerlo “todo” piense en términos de felicidad. Qué me hace feliz y qué no, sin importar lo que otros digan, lo que otras mamás hagan, o lo que la sociedad espere de usted.
4. Usted no puede hacerlo todo sola. Es cierto que las mamás vamos adquiriendo grandes poderes a medida que pasa el tiempo. El don de la ubicuidad, “multitasking” en su máxima expresión, e incluso invisibilidad… pero cuidado. Todo esto puede hacerla sentir tan poderosa como en la película Bruce Almighty y en algún momento el caos se desata y usted sola no puede con todo. Respire profundo y pida ayuda… así le cueste. A su marido, a sus amigas, a su mamá, a su tía, a su vecina, a la Virgen María, al que sea… pero pida ayuda que usted la necesita. Y ante todo ¡agradezca esa ayuda y retribúyala!
5. La verdad de volverse a subir a la montaña rusa. Es decir, cuando se decide o cuando pasa porque sí, el tener más hijos. Me explico. Imagínese en un parque de diversiones. De repente usted se encuentra con una de esas montañas rusas que se ven fascinantes pero al mismo tiempo aterradoras. La más grande y llamativa del parque. La primera vez usted se monta llena de expectativas. Temerosa, ansiosa, pero con ganas de experimentar. La adrenalina fluye mientras usted está subiendo en el carrito. Sabe que de ahí no la baja nadie, pero está feliz, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando ya va en picada no queda de otra que disfrutar las subidas, las volteretas, las bajadas y todo lo que viene. Usted se baja de la montaña rusa, le da la vuelta al parque mas o menos ya se le ha olvidado la experiencia. Pero después de un tiempo, algo cansada y con poca energía, usted vuelve allí a observar esa montaña rusa que tanto le llamó la atención, en la que sufrió pero que también disfrutó como nunca antes. Entonces en un acto de valor, (o en algunos casos por obligación) usted se ve otra vez subida y atrapada en el carrito. No hay vuelta a atrás. El carrito va lento y usted solo atina a decir: ¿A qué buena hora decidí volverme a montar en este aparato? Usted ya sabe mas o menos lo que le espera una vez en la cumbre. No hay vuelta atrás… nadie la va a bajar de ahí. ¿me siguen mamás? Pues sí. Tener otro hijo es volverse a montar en la montaña rusa. Si ya está en subida no hay opción que relajarse y disfrutar, acuérdese de mantener las manos dentro del carrito, y agarrese porque dicen yo no sé, que la segunda vez la experiencia es más fuerte. Ni hablemos de una tercera, cuarta, quinta..
6. Ser mamá la hace única, siéntase única. No todo puede ser malo… cada mamá es un mundo. Que digo mundo… ¡es un universo! Único, hermoso, valioso, sin precedentes, majestuoso y digno de veneración. Lo que hacemos las mamás a diario no lo hace nadie. Lo que hemos hecho por los que amamos y lo que haremos por ellos no lo hará nadie. Así que al final del día, en el silencio del hogar, cuando las luces se apagan y es hora de cerrar los ojos, hágalo con la total satisfacción de saber que no existe en el universo una mujer como usted. Que a la larga los consejos de las baby concierges y las mamás expertas no valen mucho si usted no se aferra a SU instinto, a SU amor único y a SU determinación incansable. Una mamá es un ser irremplazable, que esto nunca se le olvide.