El 13 fue un año al que debo confesar yo no le tenía mucha fe. Es un número raro. En las mejores palabras de la Chimoltrufia, el 13 es así como que “puede que sí, puede que no, lo más seguro es que quien sabe”. Sin embargo, el 13, fue un año que me dejó una gran lección, además de darme al nuevo amor de mi vida, mi hijo Erik.
Para muchos, e incluso para mi hasta hace poco, soñar es algo doloroso. Es viajar con la mente hasta aquello que consideramos inalcanzable, eso que queremos con ansias para ser felices pero por una razón u otra no lo tenemos. Pero soñar no debería implicar dolor. Si algo me enseñó el 13 fue que soñar es una herramienta que me debe hacer feliz. Aprendí difícilmente a dejar de lado la palabra inalcanzable. Entonces, entendí que soñar de una manera tal que me traiga ilusión a cambio de dolor por lo que no tengo, implica un compromiso con uno mismo. Cuando la mente viaja hasta ese algo que se anhela, no solo hay que imaginar el encuentro con lo deseado. Hay que igualmente construir el camino. Es así cuando eso que soñamos deja de ser inalcanzable para convertirse en algo posible. Soñar para ser felices implica querer hacer lo que sea necesario para cumplir con ese sueño. Esa ilusión de luchar por lo que se sueña es lo que le da a uno la fuerza para seguir adelante, para esquivar los obstáculos que se encuentren o en el peor de los casos, para que cuando uno de ellos nos detenga o nos haga caer al suelo, sea ésta una pausa momentánea y pronto uno mismo se levanta más fuerte y más determinado a seguir su camino. Incluso, muchas veces las cosas van cambiando mientras vamos avanzando al sueño. Es parte del proceso darse cuenta que hay caminos que se recorrieron como en un laberinto sin salida, y de repente te das cuenta que no eran indicados. Pero te devuelves con la cabeza en alto, nunca un camino recorrido es un pasaje sin enseñanzas. Se cambian los rumbos, a veces tenemos que elegir caminos que pensábamos jamás íbamos a recorrer, pero ahí están. Es lo que llamamos opciones. Lo importante es no perder el objetivo y más aun, no perder la fe en que lo vamos a hacer realidad.
No fue un año fácil. Sigo metida en el laberinto tratando de encontrar la salida. Pero hay años que son solo eso. Sirven para hacer esos recorridos enredados, esos que nos llevan y nos traen aparentemente sin sentido de un lado a otro, pero que en realidad sirven para hacernos más sabios.
Espero que para todos el año que venga sea uno de esos años con recorridos más claros. Que lo que esté por venir tenga ese sabor que solo da el éxito, cualquiera que sea la definición que se tenga para él, pues alcanzar el éxito es diferente para todos. Espero que sigan soñando para ser felices, que no se desanimen si algo salió mal, si se encontraron con una pared en lugar de la salida al final del camino. Sigan intentándolo.
Ahora viene mi “discurso tipo Oscar de la Academia”. Quiero agradecer a mi familia por su entero apoyo a cada una de mis locuras para alcanzar mis sueños. Mi esposo, mis hijos, mis padres, hermanos y hasta mi mascota, son aquellos seres por quienes sueño y camino. Agradecer a mis amigos, mis cómplices, mis polos a tierra por todo lo que vivimos este año. A quienes compraron mi libro por su voto de confianza y a los que no AQUI ESTÁ GRATIS para que lo lean esta navidad. Vienen cosas, vienen cambios. Espero Dios que me de la salud y la vida para seguir recorriendo caminos y llegar a la meta que quiero. Pero no hay que dejar de soñar. Si algo se alcanza, algo más se puede conseguir. Feliz navidad y próspero 2014!!!