Escritura, Español, Fantasía Ficción, Momentos de Inspiración

CINCO

 

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Me gusta verte soñar entre las historias de princesas que se encuentran en tu cuarto. Hemos hablado de ellas en más de una ocasión. He perdido la cuenta de las veces que hemos visto o leído sus historias o cuánto hemos cantado las mismas canciones juntas. Amo esta época de tu vida, cuando la magia es aun importante, cuando los sueños se hacen realidad en algún reino lejano.

Aun no estoy lista para que dejes de creer. Pero el paso del tiempo, ese que ya parece no tener piedad, se ensaña en recordarme que ya no eres una bebita indefensa y frágil. Cuando llegue ese día y me digas que las princesas no existen tendré que contradecirte con todas las fuerzas de mi corazón. Te diré que ellas ya no viven en los cuentos de hadas, las vemos caminar a diario por ahí en las calles. No es cierto que una princesa necesite llevar una corona puesta en su cabeza o que tenga que ser rescatada de algún peligro. Son fuertes, y su poder no está en la magia sino en su corazón. Su grandeza se refleja en su mirada. Pueden ser tiernas criaturas que lloran cuando lo necesitan sin que nadie les diga cómo y cuándo. Ríen a carcajadas cuando quieren y bailan bajo la lluvia o corren tras una cometa en días de sol. Montan a caballo y se embadurnan en los charcos sin temor a arruinar sus vestidos. Caen y se levantan cuantas veces sea necesario. Sueñan con conquistar tierras y recolectar tesoros escondidos. Creen en el amor, aquel que no llega fácilmente tocando a la puerta sino aquel que demuestra y lucha su valor porque una princesa de hoy sabe que lo que fácil viene, fácil se lo lleva el viento. Entienden que lo importante es lo que no se reconoce a simple vista y por eso son curiosas y ambiciosas de saber. No se detienen ante los obstáculos. Ellas preguntan y no se conforman con una sola respuesta. Son valientes y no le temen a las equivocaciones, por lo cual reconocen cuando las comenten. Piden perdón y siguen adelante sin esconderse tras de nada ni de nadie. Las princesas son de carne y hueso y llegan a este mundo en forma de hijas. Una hija es para una madre una princesa tan real y mágica, que le enseña nuevamente a descubrir la majestuosidad que hay dentro de cualquier mujer sin importar de donde venga ni hacia dónde va o lo que pueda tener en sus bolsillos.

Tu eres mi princesa. Nunca dejes de creer en ti. Solo confiando en ti, en lo que eres capaz, podrás encontrar las respuestas que buscas y construir un imperio si así lo quieres. Yo solo puedo procurar cuidar tus pasos y decirte lo que se, lo que la vida me ha enseñado. A veces son los sueños los que nos muestran la realidad y creer en ellos nos da la fuerza para avanzar y vivir. Gracias por nacer, por llegar a mi historia, por ser mi heroína, mi razón de ser. Te quiero más de lo que las palabras pueden expresar. Te amo más, yo más.

¡Feliz cumpleaños mi princesa!

Mamá.

 

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