50 sombras de tedio…

Quería esperar para hablar de este tema. Tenía toda la intención de hacerlo después de haberme leído los tres libros. Pero la diosa que llevo dentro no aguanta más. Está desesperada. Y ni que decir de mi subconsciente.  Las dos no hacen sino gritarme: ¡Suelta ese bendito libro y lee por favor algo que valga la pena!

Dicho esto voy a decirles que la siguiente crítica está hecha por una lectora asidua. No lo hace la escritora que llevo dentro, ni la crítica de medios.  O bueno en parte sí. La primera no ha hecho sino llorar desde que comenzó el primer libro de esta trilogía, de la tristeza de ver como hoy en día se publican millones de tonterías mientras ella espera que un editor le de una oportunidad para publicar algo decente. Y la segunda, opina que este libro es ideológicamente muy…pero MUY cuestionable, mientras intenta convencer a la post-feminista de que no se haga el harakiri.

Ahora si a lo que vinimos. Obvio, yo no me esperaba un Nobel de literatura. Sabía a lo que me enfrentaba.  Pero después de ver un libro que vende 2 millones de copias digitales (ojo, solo digitales) a cuatro meses de su lanzamiento, merece la pena echarle un vistazo.   Confieso que cuando compré la trilogía parecía una niña cuando abre un caramelo. Pero lo que me encontré fue un brócoli.

De acuerdo a mi iPad, voy en el 51% del tercer libro de la trilogía. Como lo dice el título de este post, a mi juicio la historia es tediosa, repetitiva, predecible y no voy a ahondar en lo mal escrita que está.  Carece de ganchos que dejen al lector intrigado por más, a menos de que usted quiera leer un libro de crónicas de encuentros sexuales de una mujer en sus veinti algo, que por cierto se vuelven monótonas y en ocasiones le cortan el hilo a la historia. A veces parece que esas escenas están puestas allí sin motivo alguno,  y ya me imagino a algún editor diciéndole a la autora “Sexo, más sexo que el sexo vende”. Y si que vende indeed. La autora decide resolver las problemáticas rescatables de la historia en dos páginas para proseguir con otra crónica sexual, y olvidé decir que ni siquiera la mismísima Samantha Jones tuvo tantos orgasmos ni en ocasiones de manera casi instantánea, como lo hace la heroína de la historia Anastasia Steele.  Y por favor que alguien me explique ese despectivo término de “mom porn”, inventado por algún genio para vender más libros. ¿es que acaso alguien pensó que nosotras las mamás somos una especie sexual en vía de extinción, que necesita autorización editorial para disfrutar de una narrativa erótica?

La culpa no es de la autora en lo absoluto. Ella simplemente hizo una historia de fan fiction basada en la ya famosa saga Twilight. Y además que le importa ya con tanto dinero que ha hecho, y ni siquiera ha salido la película…Lo demás es historia… la culpa es de nosotras las mujeres que nos estamos vendiendo por cualquier cosa, mediáticamente hablando, claro está.  El legado de originalidad que nos dejó Carrie Bradshaw y sus tres amigas ha venido en decadencia desde que Sex and the City se terminó en televisión. Cuando los medios se dieron cuenta y aceptaron sin aparentes prejuicios  de que sí, a las mujeres nos gusta el sexo, hablamos del sexo, leemos sobre el sexo, nos interesamos por el sexo, y no nos incomoda hablar del sexo, lo interpretaron como “mostrémosles cualquier “pipí” con poder que ellas lo van a comprar. Lo triste es que así fue y así es. (Oh dios, la feminista que llevo adentro se levantó, tiro la espada y cerró la puerta).

Si no exigimos más como consumidoras de nada van a servir los esfuerzos de otras mujeres que en realidad están intentando cambiar un poco el panorama de nuestro género en los medios y en la cultura en general.  Yo intentaré hacer un esfuerzo por terminar la historia porque I AM NOT A QUITTER! Pero por favor, apoyemos cosas que si valgan la pena.  Bueno entre gustos no hay disgustos. ¿o no?